Dicen los maestros que cuando cuidamos o guardamos a nuestro cargo un animalillo le estamos ayudando en su evolución. Pero, al regalarnos un cachorro, mi pregunta fué ¿y... en que me ayuda él a mi? Pues bien, he ido obteniendo respuestas ¡asombrosas! poco a poco.
Lo primero fué que, básicamente, son como nosotros (también son mamíferos): hubo que darle el biberón cada dos horas; más tarde la papilla; luego vienen los dientes de leche y poco más adelante los definitivos... eso sí: todo esto en menor espacio de tiempo.
Cualquier persona, incluida yo, le tratamos cual bolita de pelo indefensa, ingenua y desprotegida con lo cual renacen del fondo del corazón los sentimientos más tiernos y cálidos. Actúa como haríamos nosotros si no tuviéramos reparos en expresar lo que sentimos: es puro y directo sentimiento. Ese fué el mayor impacto: que te sacan las emociones de la forma más simple, sí o sí ¡totalmente recomendado para gente básicamente mental!
Y lo siguiente es que ¡me obliga a jugar! Una persona tan ocupada como yo, sin tiempo para nada, ni siquiera para uno mismo y de repente... tengo que jugar, y... además aprendo que jugar es tan importante como trabajar, comer, dormir, etc...
Cuando le pusimos la correa y el collar para ir por la calle, no lo entendía y se revelaba, actuaba como si le infligiéramos algún mal o como si le castigáramos o reprimiéramos por algún extraño motivo. No sabía que era para su bien: para dirigirle por el camino más adecuado, enseñarle a parar en los semáforos y lo más importante: para protegerle de algún perro que pudiera morderle o alguna persona que le diera algo malo (aunque, por fortuna, casi no hay). Todo esto me dio mucho que pensar ya que, por analogía, si la escala evolutiva vá desde la piedra, pasando por el vegetal y el animal, hombre, ángel, etc... entonces si mi perro es a mi como yo soy a mi ángel... pienso en cuantas veces las circunstancias de la vida me han "atado corta" y volviendo la vista atrás ha sido para mi bien; cuantas veces me he revelado, incluso con furia y rebeldía, hacia ese Ser, sin conocer la globalidad y sin saber, siquiera, si ese pequeño mal era para evitarme uno mucho peor y, mucho menos, agradecer esa protección... dá que pensar.
Más tarde ocurrió algo muy triste: cayo enfermito y casi se va... entonces fué como si algo se fuese de mi, pero no lo entendía porque sé que la vida de estos animales es muy corta pero todavía no habían pasado meses. Una tarde, -él seguía con la misma actitud negativa- pensé que, si esa parte mía que era él estaba tan sumamente negativizada que se iba a ir (por cierto, yo estaba bastante negativa, no sé si más que él), pues... llegó el momento de cambiarla: hablé con esa parte mía tan negativa pasándola a positiva en un esfuerzo bastante grande y a continuación hablé con él diciéndole que no podía seguir así, que estaba para acompañarnos, protegernos y cuidarnos y que tenía que hacer un esfuerzo y cambiar... bueno, pues, creo que entre esto y otras ayudas, al ratito empezó a beber y por la noche empezó a comer, recuperándose más tarde.
Conclusión, los maestros dicen que estos animales aprenden y viven de nuestras emociones y que son tan fieles a su amo que pueden hasta sacrificarse y sufrir lo que le correspondería al amo para que éste no lo padezca. Pues bien, con esta experiencia entendí que este animalillo estaba viviendo o sufriendo algo que me correspondía a mi y que he generado yo y en lugar de evitarlo yo lo estaba absorbiendo él ¿llegando incluso al sacrificio final?
Es decir, me obliga a ser feliz...
Hay muchas más experiencias que voy conociendo poco a poco. no es nada rencoroso; cualquier problema o traba que surge la supera ¡como si nunca hubiera existido! En fin, son experiencias para vivirlas porque por más que se cuenten son inimaginables.
Lo primero fué que, básicamente, son como nosotros (también son mamíferos): hubo que darle el biberón cada dos horas; más tarde la papilla; luego vienen los dientes de leche y poco más adelante los definitivos... eso sí: todo esto en menor espacio de tiempo.
Cualquier persona, incluida yo, le tratamos cual bolita de pelo indefensa, ingenua y desprotegida con lo cual renacen del fondo del corazón los sentimientos más tiernos y cálidos. Actúa como haríamos nosotros si no tuviéramos reparos en expresar lo que sentimos: es puro y directo sentimiento. Ese fué el mayor impacto: que te sacan las emociones de la forma más simple, sí o sí ¡totalmente recomendado para gente básicamente mental!
Y lo siguiente es que ¡me obliga a jugar! Una persona tan ocupada como yo, sin tiempo para nada, ni siquiera para uno mismo y de repente... tengo que jugar, y... además aprendo que jugar es tan importante como trabajar, comer, dormir, etc...
Cuando le pusimos la correa y el collar para ir por la calle, no lo entendía y se revelaba, actuaba como si le infligiéramos algún mal o como si le castigáramos o reprimiéramos por algún extraño motivo. No sabía que era para su bien: para dirigirle por el camino más adecuado, enseñarle a parar en los semáforos y lo más importante: para protegerle de algún perro que pudiera morderle o alguna persona que le diera algo malo (aunque, por fortuna, casi no hay). Todo esto me dio mucho que pensar ya que, por analogía, si la escala evolutiva vá desde la piedra, pasando por el vegetal y el animal, hombre, ángel, etc... entonces si mi perro es a mi como yo soy a mi ángel... pienso en cuantas veces las circunstancias de la vida me han "atado corta" y volviendo la vista atrás ha sido para mi bien; cuantas veces me he revelado, incluso con furia y rebeldía, hacia ese Ser, sin conocer la globalidad y sin saber, siquiera, si ese pequeño mal era para evitarme uno mucho peor y, mucho menos, agradecer esa protección... dá que pensar.
Más tarde ocurrió algo muy triste: cayo enfermito y casi se va... entonces fué como si algo se fuese de mi, pero no lo entendía porque sé que la vida de estos animales es muy corta pero todavía no habían pasado meses. Una tarde, -él seguía con la misma actitud negativa- pensé que, si esa parte mía que era él estaba tan sumamente negativizada que se iba a ir (por cierto, yo estaba bastante negativa, no sé si más que él), pues... llegó el momento de cambiarla: hablé con esa parte mía tan negativa pasándola a positiva en un esfuerzo bastante grande y a continuación hablé con él diciéndole que no podía seguir así, que estaba para acompañarnos, protegernos y cuidarnos y que tenía que hacer un esfuerzo y cambiar... bueno, pues, creo que entre esto y otras ayudas, al ratito empezó a beber y por la noche empezó a comer, recuperándose más tarde.
Conclusión, los maestros dicen que estos animales aprenden y viven de nuestras emociones y que son tan fieles a su amo que pueden hasta sacrificarse y sufrir lo que le correspondería al amo para que éste no lo padezca. Pues bien, con esta experiencia entendí que este animalillo estaba viviendo o sufriendo algo que me correspondía a mi y que he generado yo y en lugar de evitarlo yo lo estaba absorbiendo él ¿llegando incluso al sacrificio final?
Es decir, me obliga a ser feliz...
Hay muchas más experiencias que voy conociendo poco a poco. no es nada rencoroso; cualquier problema o traba que surge la supera ¡como si nunca hubiera existido! En fin, son experiencias para vivirlas porque por más que se cuenten son inimaginables.
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Este artículo lo he estraido de la revista Savia, nº 7, página 8, la podéis ver en http://www.alariel.com/ y pinchar en "revista Savia" y ahí podréis ver también las fotos de Japy cuando era pequeñito en una y la otra despues de haber pasado la enfermedad. Ahora tiene 11 años... en el cuerpo porque emocionalmente sigue siendo un cachorrillo: ellos no viven en el tiempo si no que viven el momento y son felices con tan poca cosa...