lunes, 6 de abril de 2009

La muerte amiga.

Existen muchos tipos de muerte, suelen ser muertes tremendas, radicales, cortantes, "mortales" pero hace poco he vivido la experiencia de una muerte dulce... la mejor muerte: una muerte que parte del sueño, al cabo de la vida. Es una muerte que ha borrado de mi alma el doloroso recuerdo de otras muertes tremendas... es decir, he aprendido que no siempre la muerte puede ser algo tan traumático y que, incluso, puede ser reconciliadora con esas otras difíciles experiencias... y con la vida misma ya que ésta también tiene sus etapas tremendas, difíciles, duras... y etapas dulces, benevolentes...
Por regla general la muerte nos recuerda lo valiosa que es la vida y como la utilizamos: la importancia que le damos a pequeñas cosas olvidándonos de las más importantes o transcendentales; cómo utilizamos cada momento "como si fuera el último" o simplemente, lo dejamos pasar ya que... ¡hay tantos! o porque nos aburre o agobia cuando, en realidad, son momentos únicos e irrepetibles que nos pueden proporcionar experiencias valiosisimas imposible de volverlas a recuperar una vez perdido ese momento.
Con todo esto, nada más lejos de mi intención en irme al otro extremo: hay personas que piensan en irse, bien porque la vida les parece insufrible o imposible llevarla, bien porque un ser querido les ha precedido en ese "seguro viaje" e impacientemente quieren reunirse con él o bien por otros motivos. Pues, bien, la muerte NO es algo que se decide. Hay una gran obra de ingeniería para ubicarnos en un tiempo, lugar, familia y que nos permite nacer en un ambiente adecuado al tipo de experiencias que necesitamos, es una obra tremenda de sincronicidad y perfección absolutas y que, además, normalmente, nosotros estuvimos de acuerdo con ese PLAN.
Más tarde nacemos para adquirir experiencias que, de no tener cuerpo físico, sería completamente imposible tenerlas, añadiendo que, según dicen los maestros, hay muchas más almas que cuerpos físicos, con lo cual la cosa se complica o se entiende cuán difícil es ser una persona "de carne y hueso". Aparte de la ventaja que le llevamos a los ángeles ya que ellos no han pasado por el plano físico y nosotros, por evolución, un día seremos ángeles con experiencia de ser humano.
Dicho todo esto, la persona que juega a ser Dios y un día decide cuándo va a morir está tirando por la borda todo ese trabajo inmenso de una serie de seres que han trabajado para su vida, niega la oportunidad a todas las experiencias que necesita y por si fuera poco, morirá en el plano físico pero quedará en una región intermedia que no es ni la otra vida ni esta "hasta que le llegue la hora" ya que el reloj biológico no se detiene ante nada, es decir, se queda en un plano como simple espectador sin poder participar en nada, contemplando su medio de vida y sin poder trascender tampoco más allá.
Mas, llegada la hora tiene que dar cuentas de esta acción lo cual le retrasa en su evolución volviendo otra vez al principio... y, por añadidura ¡volver a pasar por la misma experiencia que le llevo a esta acción ya que, al ser un aprendizaje, es imprescindible aprenderla. Bien es cierto que hay distintos tipos de suicidio y algunos, los menos, podrían estar justificados, si es que los hay.
Todo esto nos lleva a la conclusión de la poca información que tenemos acerca de este tema y lo menos que nosotros queremos informarnos. Como dice Elisabeth Kübler-Ross es extraño que habiendo llegado el hombre a la luna y alcanzar tantas glorias en tantas cosas, después de los siglos no se dedica a investigar en este tema siendo lo más seguro que tenemos. También dice algo muy bello: "morir es trasladarse a una casa más bella, se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como la mariposa abandona su capullo de seda" o, como dice San Agustín: "si me amaste cuando peor estaba, con mis limitaciones y defectos ¿por qué lloras por mi ahora que estoy en la luz y es cuando más te amo y más estoy contigo?".
Para los que nos quedamos todavía, sólo nos queda averiguar qué ocurre en ese otro mundo por varios motivos: porque nos podremos hacer una idea de donde esta el ser querido; porque obtenemos información muy interesante y valiosa aprendiendo cosas que ahora nos parecen inimaginables e inexistentes y que son bellísimas y, por último, porque vamos preparando el terreno y aprendiendo "costumbres del país que visitaremos" que, por otro lado, es el viaje "más seguro".
Este artículo lo escribo en homenaje al padre de Jesús. Rogamos una oración por su alma, así como también por la madre de Martha Cano, la madre de Cristina Pons, el hijo de José Ignacio y de todas las personas que nos han precedido en EL VIAJE. También ¿por qué no? por la perrita de Concha y por Enriqueta, la perrita de Armando que también nos esperan en el otro lado...
Y, por último y para más información, no os perdáis la película "más allá de los sueños"; encaja totalmente con lo que dicen las filosofías más antiguas: es un fiel reflejo de lo que ocurre allí...

NOTA: este artículo lo he extraído de la revista "SAVIA" nº 8, página 8. Podéis verla en http://www.alariel.com/ y picando en "REVISTA SAVIA".